¡Loado sea Satán! Juro que he visto esos ojos grises. ¡Es cierto! Le pertenecen a una bella dama que deambula por las noches en el cementerio de la calle 16. Siempre lleva una camisa blanca y rota por los costados, una falda exageradamente larga (blanca también) y en el pie izquierdo un alambre de púas. ¡Es ella, es Lucía! Oh, no te preocupes, ella solo muerde a los niños más pequeños, nunca a los grandes. Puedes jugar en las tumbas con total tranquilidad.
Ha pasado tanto tiempo, tanto tiempo, que a estas alturas no recuerdo el color de sus ojos, ni la forma de sus labios; tampoco las manos, ¡nada de nada! Lo único que conservo es ese arrasador sentimiento de felicidad cuando su recuerdo viene a mi mente, un dolor en el pecho, el calor en mi rostro. Sin embargo, y si acaso alcanzo a recordar, siento miedo. ¿Me reconocerá? Yo, desde la distancia, sí le reconocería, eso creo. Y, si sus ojos se llegasen a encontrar con los míos, ¿quedaríamos atados por toda la eternidad? O, quizá, no ocurra nada. Cuando le vea sentiré la necesidad de ir a su lado, recitarle un poema, y hasta no dejarle ir nunca más. Sostener su mano entre las mías para luego llevarlas a mi rostro y que me acaloren hasta el punto del no retorno. Le diré lo mucho que le he echado de menos y le preguntaré si ha pensado en mí tanto como yo lo he hecho respecto a su persona. Y, si se da algo, le recordaré que somos la progenie del demonio, que somos incestos, ¡que no tuvimos
¡Gracias por participar en el reto! ;)
ResponderBorrarFantástico micro ;)
Un saludo.
Muchas gracias :))
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