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Mostrando las entradas de agosto, 2019

Flor marchita

Ha pasado tanto tiempo, tanto tiempo, que a estas alturas no recuerdo el color de sus ojos, ni la forma de sus labios; tampoco las manos, ¡nada de nada! Lo único que conservo es ese arrasador sentimiento de felicidad cuando su recuerdo viene a mi mente, un dolor en el pecho, el calor en mi rostro. Sin embargo, y si acaso alcanzo a recordar, siento miedo. ¿Me reconocerá? Yo, desde la distancia, sí le reconocería, eso creo. Y, si sus ojos se llegasen a encontrar con los míos, ¿quedaríamos atados por toda la eternidad? O, quizá, no ocurra nada. Cuando le vea sentiré la necesidad de ir a su lado, recitarle un poema, y hasta no dejarle ir nunca más. Sostener su mano entre las mías para luego llevarlas a mi rostro y que me acaloren hasta el punto del no retorno. Le diré lo mucho que le he echado de menos y le preguntaré si ha pensado en mí tanto como yo lo he hecho respecto a su persona. Y, si se da algo, le recordaré que somos la progenie del demonio, que somos incestos, ¡que no tuvimos

Reto 5 líneas (agosto)

Te lo juro, Catalina, era hipnótica. Su canto, oh, su canto, era como el de una sirena: enloquecedor. Todos los hombres la observaban, puesto que tenía un rostro precioso, ¡era tan bonita! Y pensar que todo acabó con el chillido de un jovencito que fue ahorcado sin escrúpulos de un segundo a otro. No había nadie a su lado. Y la hermosa mujer, desde el escenario, tenía la mirada fija en él. ¡Que Satán nos proteja de ese angelito!