Sobre un escenario iluminado por velas colocadas en el borde muchas personas bailaban y cantaban, con una pasión que solo el arte es capaz de expresar. Vestidos y zapatos se dejaban ver aquella brillante noche en París donde dos amantes buscaban el instante perfecto para escapar de la vorágine que los envolvía en aquel edificio lleno de momentos inoportunos. Daaé hacía su papel de Margarita a la vez que buscaba entre todos los palcos el más enigmático: el palco número 5. Como de costumbre, su tutor yacía allí, ella lo sabía a la perfección, a pesar de no poder observarlo. Mientras que, entre las demás personas, el vizconde de Chagny no hallaba la manera de dejar de admirar las espectaculares líneas que Daaé formaba sobre el escenario. ¡La amaba tanto! Sentía que sus corazones estaban unidos desde el día que la había visto partir. ¡Qué sentimiento tan inmenso!
Él, loco de amor, no dejaba de materializar en su mente la canción de Daaé. Repentinamente escuchó a su lado un llanto ahogado, este provenía de una mujer ya avejentada pero muy elegante; el vizconde sin poder evitarlo quiso saber qué le ocurría, y la mujer le respondió.
-La canción... es... hermosa.
Pero el vizconde no comprendió aquella escena. ¡La canción era muy bonita, sin lugar a dudas! Mas, ¿a qué se debía ese llanto? Desde su punto de vista no había razón para llorar, sin embargo, no fue hasta cuatro décadas más tarde que él comprendió a la señora de la ópera de París.
Desde su lugar, en la silla de ruedas, le pidió a uno de sus criados que pusiera un poco de música, esa que tanto le gustaba. El vizconde le señaló el tubo de cera que quería oír en aquel momento y su criado lo puso en el fonógrafo. La dulce voz de Daaé que salía por la bocina jamás había cautivado tanto al vizconde. Las lágrimas brotaron de sus ojos con premura, a su mente vinieron muchos recuerdos, desde sus pueriles vidas hasta un beso en el techo de la Ópera de Garnier.
El vizconde se sintió más vivo que nunca cuando escuchó esta cita de la canción salir por la bocina cual mensaje de su ángel:
Cerca a aquel que amo
quiero vivir y morir,
y la misma muerte,
no nos puede desunir.
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